La nueva ley del libro y la lectura

El Congreso ya aprobó la ley, solo falta que el presidente Martín Vizcarra la promulgue para que sea efectiva.

[Fotografía: Renato Becerra]

El 8 de octubre pasado, después de 17 años, el Congreso de la República aprobó con 124 votos a favor, ningún voto en contra y cero abstenciones una nueva Ley del Libro que permitirá fomentar la lectura a nivel nacional y ampliará la promoción de la industria editorial. Es necesario hacer incapié que la norma actual, aprobada el año pasado por el Congreso disuelto, tiene vigencia hasta el jueves 15 de octubre.

La modificación de la ley ha sido impulsada por los congresistas Daniel Olivares, del Partido Morado; la congresista Rocío Silva Santisteban, del Frente Amplio, y, por último, el congresista del Frepap Alcides Rayme, quién preside la Comisión de Cultura. Además, la autógrafa recogió los aportes de la asociación Editoriales Independientes del Perú, la Cámara Peruana del Libro, la Biblioteca Nacional del Perú y el Ministerio de Cultura entre los años 2016 y 2018.

Puntos a favor

La nueva ley crea el Fondolibro, que estará a cargo del Ministerio de Cultura, con un presupuesto de 16 millones de soles anuales para desarrollar políticas públicas concernientes al libro y la lectura. El monto asignado servirá para la compra de obras que actualicen la colección de las bibliotecas públicas y otros espacios de lectura, así como a contar con estímulos concursables para promover la creación, la actividad editorial, la mediación de lectura, la internacionalización de las obras peruanas, entre otros ejes.

También se mantendrán los principales incentivos tributarios: la exoneración del impuesto general a la venta a la importación y/o venta en el país de los libros y productos editoriales afines, por un plazo de tres años. Esta inafectación reduce la incertidumbre y fomenta las inversiones en el sector. Lo principal es que evita que se le cargue el impuesto al lector-comprador. En ese sentido, ya nadie se desanima por el alto costo de un libro.

Otro incentivo es el reintegro tributario al impuesto general a la venta para empresas editoriales con ingresos anuales de hasta 150 unidades impositivas tributarias. Aunque limitar el reintegro tributario a las empresas, técnicamente, no es la mejor manera de promover un crecimiento sostenible en la industria cultural. Las nuevas disposiciones de esta ley del libro también permitirán combatir la piratería de libros y publicar más títulos. 

Carlos Casas, ex viceministro de Economía y decano de la Facultad de Economía y Finanzas de la Universidad del Pacífico, ha dicho que la exoneración del impuesto no toca a los libros escolares y que esto afecta la economía de las familias, sobre todo ahora en tiempos de crisis por la pandemia del nuevo coronavirus. Sobre ello, aún hay tiempo de enmendar algunos vacíos del dictamen.

Con todo lo expuesto, la nueva Ley del Libro no solo se ocupa de las industrias culturales, sino también del lector, quien es el mayor beneficiado. Por ello, este nuevo dictamen fortalece el ecosistema del libro y a las bibliotecas públicas, lugar donde se debe fomentar la lectura y que esta sea una actividad continua en los lectores y futuros lectores. 

Mientras las bibliotecas públicas no dispongan de una gran cantidad diversa de libros que se presten a domicilio y, al mismo tiempo, sean actualizados, la idea de formarnos como un país lector solo podrá concretarse, quizá, en la ficción. Todas estas trabas se reflejan siempre en los resultados de cada año de las pruebas PISA, que evidencian nuestro distanciamiento con la lectura. Como lo ha dicho la congresista Rocío Silva Satisteban esto “se debe al bajo número de libros que leemos las y los peruanos por año”. 

Las instituciones competentes en este tema y la ciudadanía han saludado la iniciativa del Parlamento que ya cumplió. Ahora, esperemos que el presidente Martín Vizcarra promulgue la norma a la brevedad. Solo el libro y la lectura son las bases fundamentales para nuestro desarrollo como un país que lee. Sin duda, con esta nueva ley, los más agradecidos son quienes leen y los que tienen dificultades para acceder a un libro. No hay que olvidarnos de todos los agentes que interactúan en la producción editorial y contribuyen al fomento de la lectura.

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