Hoy se cumplen 36 calendarios sin Julio Cortázar
Julio Cortázar con su gata 'Flanelle'. |
En una entrevista con
Joaquín Serrano en 1977, Julio Cortázar, de 1.93 cm., decía que nació —accidentalmente—
en Bruselas. Y yo estoy seguro de que él renació en el universo literario con
el título nobiliario de ser un escritor latinoamericano.
El hombre de los
cronopios fue un creador precoz en el plano de la escritura —escribió una
novela a los nueve años—, aunque tardó en hacerse notar en el plano editorial.
Pero esto sucedió por la convicción de Cortázar de hacer innecesaria la
producción de tirajes con contenidos aún prematuros.
El rechazo a ceñirse a un
guion era algo muy marcado en la escritura cortazariana. Su estilo distaba
mucho de los parámetros o definiciones impuestos por la Academia y abrigados
por algunos escritores de su contemporaneidad. Leer algunos de sus cuentos
como, por ejemplo, Torito demuestra la rebeldía sin pausa que sentía Cortázar
contra el lenguaje serio y la palabra solemmne.
Lo coloquial también alberga algo de esteticismo.
Cortázar tenía una
fascinación con mundos y civilizaciones antiguos, esto repercutió en su obra,
por ejemplo, en el cuento como “El sueño boca arriba” o “Las Ménades”. La
conversión de la realidad rutinaria en mentira o fantasía —el mundo de los
fantástico— y, también, viceversa es uno de los trucos predilectos de Cortázar:
“Continuidad de los parques”, “Casa tomada”, “El río” y “La noche boca arriba”,
así lo demuestran.
De todos los integrantes —en
su mayoría novelistas— del boom, Cortázar fue el mejor cuentista y el creador
de una narrativa distinta mediante Rayuela, que recibe por muchos la categoría
de contranovela por ser un disruptivo de la literatura, especialmente de la
novela tradicional. Sin embargo, Rayuela, con su lenguaje glíglico, se impuso
como creencia y mandato literario y hasta hoy tiene más que algunos seguidores,
que se los ha ganado con la sencillez y el pulso enérgico de las parrafadas de
Cortázar, que desafiaban sacar al lector hembra del estado inmóvil y pasivo en
el que se encontraba.
El escritor de dos
mundos, que tuvo un desenvolvimiento fantastico en el terreno del cuento,
afirmaba que “la literatura es sintaxis”. Este aforismo se entrelaza con la
armonía que relaciona a la literatura con el jazz —el género musical que tanto
gustaba a Julio—, ya que ambas expresiones artísticas buscan ser reproductores
de eufonías con mucho swing.
Cortázar, en resumen, fue
un escritor comprometido no solo con la Argentina sino, además, con todo
Latinoamérica y que escribía para esta desde su exilio en París. “Yo estoy
contento de ser argentino, pero lo que yo soy es latinoamericano”, así resumía
Cortázar su identidad no-nacionalista y su disgusto por las fronteras.
“Y después despertamos y
es domingo y febrero”, aquel verso, que aparece en su libro Último round,
probablemente, pareció cumplirse contrariamente el 12 de febrero de 1984 cuando
Cortázar despertó en la otra vida sin dejar de ser un escritor fantástico de
multitudes.
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